Sofía Amundsen no había estado nunca
muy contenta con suaspecto. Le decían a menudo que tenía bonitos ojos
almendrados,pero seguramente se lo dirían porque su nariz era
demasiadopequeña y la boca un poco grande. Además, tenía las
orejasdemasiado cerca de los ojos. Lo peor de todo era ese pelo liso
que resultaba imposible de arreglar. A veces su padre le acariciaba el
pelo llamándola la muchacha de los cabellos de lino», como la pieza de música de Claude Debussy.
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